
En pleno siglo XXI, la arquitectura se enfrenta al reto de combinar la innovación con el respeto por la identidad cultural y el patrimonio histórico. A medida que las ciudades crecen y se modernizan, arquitectos de todo el mundo están apostando por diseños que dialogan con el entorno y recuperan elementos locales, sin renunciar a la funcionalidad ni a las nuevas tecnologías.
Desde edificios públicos hasta viviendas privadas, cada vez es más común encontrar proyectos que integran materiales tradicionales, referencias históricas y técnicas artesanales dentro de estructuras modernas y sostenibles. Este enfoque busca generar un sentido de pertenencia en los habitantes y preservar la memoria colectiva de las comunidades.
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